El COT
(campo de oración y trabajo) fue una experiencia de voluntariado en la que
pudimos ayudar, en diferentes grupos, a ancianos, jóvenes y niños con entorno
desfavorecido y personas con distintos trastornos y discapacidades.
En el
Cottolengo, grupo en el que tratábamos con ancianos, fue muy intenso y profundo
tratar con sus historias, sus problemas y dificultades, sus alegrías y, también
sus preocupaciones.
En estos
días, nos dimos cuenta de que los ancianos son muy agradecidos, que se conforman
con poco, que les hacemos más bien del que, muchas veces, nos hacen ver o nos
demuestran y, sobre todo, y lo más importante, que necesitan más cariño y
atención de lo que parece.
Pero la
experiencia del COT no solo se trataba de esto, además del voluntariado de la
mañana, por las tardes realizábamos diferentes dinámicas en las que, a través
de distintas actividades, organizábamos nuestras sensaciones y experiencias de
la mañana, y, al final del día, concluíamos con la oración de “buenas noches”
para recoger y ordenar todo lo vivido.
Finalmente,
esta experiencia de entrega nos ha ayudado a ver las cosas de otra manera y
valorar nuestro entorno, nuestras capacidades físicas y nuestras posibilidades,
entre otras cosas, además de descubrir a Dios que acompaña y sostiene a todo
ser humano, especialmente, con los/as más débiles.
Os
dejamos un pequeño vídeo para compartir con vosotros/as sabiendo que lo
vivido y gozado no puede recogerse en tan poco espacio.
Gracias a cada uno/a por hacer de este verano algo inolvidable porque nuestra historia se hace de encuentros.