y de repente… se hizo
el silencio.
Y así fue como dio
comienzo aquel Retiro del primer fin de semana de adviento. En el momento en
que aquellos desagradables ruidos que parecían haber sido extraídos tal cual de
la banda sonora de nuestro día a día desaparecieron, fui más consciente que
nunca de lo mucho que necesitaba hacer un parón. Por suerte, me encontraba en
el sitio perfecto. Tras una primera oración en la capilla en la que todos
cambiamos el chip y pedimos ayuda y gracia para conseguir aparcar por unos días
nuestras preocupaciones y hacer espacio en nuestros adentros para conectar y
encontrarnos con aquel que nos habita, nos fuimos a nuestras respectivas camas.

Fueron muchos los pensamientos y reflexiones recogidos tras la lectura de los textos seleccionados. He decidido rescatar aquí una síntesis de las conclusiones en forma de verso que brotaron al respecto de un texto sobre la forma en que María entra decididamente en la soledad de la fe y cómo eso la hace establecer una relación de confianza y de tú a tú con Dios.
Si me quedo
a solas contigo
a solas con tu silencio
al principio me pierdo.
No sé cómo llamarte.
¿Dios? ¿Señor? ¿Padre?
No entiendo tu misterio.
Luego comprendo
que no tengo
porque entenderlo.
Tan solo dejarme
mecer por ello.
Sentir tu presencia
en mis adentros.
Darme cuenta
de la fuerza
que me regalas
y las ganas
de nacer de nuevo.

Todo empezó con un
vídeo en el que una mujer se tatuaba la imagen de una onda sonora que luego
podía escucharse a través de una aplicación. La mujer en cuestión se había
tatuado el sonido de su hijo al nacer. Siguiendo esta idea, las Siervas nos
retaron a tatuarnos con henna, no permanentemente (todavía no se han vuelto
locas del todo) unas palabras que sintiéramos que Dios nos susurraba en esos
momentos.
Después de un rato de oración, todas procedimos a grabar nuestras respectivas palabras y a transformarlas a través de la aplicación en la imagen de una onda. A continuación, tratamos de imitar la imagen de la onda con métodos más o menos exitosos en nuestros brazos. En mi caso, el resultado final se acabó pareciendo bastante a un árbol de Navidad. Esta aparente tontería me ha acompañado durante todo el adviento recordándome la promesa que se esconde tras tanto árbol luminoso y que da verdadero sentido a las fiestas navideñas.
Después de un rato de oración, todas procedimos a grabar nuestras respectivas palabras y a transformarlas a través de la aplicación en la imagen de una onda. A continuación, tratamos de imitar la imagen de la onda con métodos más o menos exitosos en nuestros brazos. En mi caso, el resultado final se acabó pareciendo bastante a un árbol de Navidad. Esta aparente tontería me ha acompañado durante todo el adviento recordándome la promesa que se esconde tras tanto árbol luminoso y que da verdadero sentido a las fiestas navideñas.
Después de celebrar la
eucaristía, terminamos el día con la película de El Visitante, en la que
asistimos a la transformación de un hombre que sale de su burbuja de comodidad
y empieza a dejarse afectar y abrazar por las situaciones y las personas que le
rodean.

En definitiva, salí del
retiro totalmente renovada y preparada, no solo para vivir como Dios manda el
adviento y la navidad, sino para dejarle florecer en mi día a día
independientemente de los tiempos litúrgicos.
Escrito por Sole del Cañizo